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Ante la ansiedad: «keep calm» y abraza.

Actualmente hablamos de ansiedad en los niños y jóvenes como algo absolutamente normalizado. Pero, ¿qué podemos hacer en casa para evitarla? ¿Hasta qué punto podemos considerar su conducta como fruto de la ansiedad?

Desde hace algunas décadas,  la psiquiatría nos ha ido aportando  múltiples palabras que se han incorporado a nuestro vocabulario normalizando expresiones que poco tienen que ver con las patologías psiquiátricas.

Una palabra absolutamente habitual  en nuestro vocabulario es :
“Ansiedad”

Es importante, cuando hablamos de niños y jóvenes, distinguir el significado de ansiedad como emoción (familia del miedo) o ansiedad como trastorno psiquiátrico.

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad generalizada es un trastorno que implica una preocupación exagerada ante la vida. Aparece tanto en la infancia como en la adolescencia, podríamos decir que es un miedo exagerado ante por ejemplo; los exámenes, las relaciones con los amigos, las críticas de los profesores y/o compañeros, etc. Cuando se producen crisis de ansiedad, se somatizan apareciendo dolores de cabeza, en el abdomen, desmayos, temblores, sensación de opresión en el torax, etc. Para que se considere trastorno psiquiátrico debe tener una duración como mínimo de 6 meses…

La verdad es que en la mayoría de los casos cuando un niño/a o joven está ansioso suele ser por miedo a alguna cosa (en los niños abundan  los miedos; a los extraños, a situaciones nuevas, a los animales, a las tormentas, a la oscuridad, etc.). A medida que van creciendo estos miedos desaparecen espontáneamente. Aun así, puede ser que algo le preocupe o le dé miedo de forma exagerada o desproporcionada y que esto esté interfiriendo en su vida diaria.

Si es así, puede que exista un problema. No hay que subestimarlo ni ignorarlo. Es importante para el niño/a o adolescente y, por tanto, debería ser para sus padres también.

Señales de alarma

Es importante estar alerta cuándo notes:

  • Nerviosismo. Si ves que tiene dificultad para concentrarse o estar tranquilo/a.
  • Irritabilidad. Si está más irritable de lo normal.
  • Tensión. ¿Está tenso/a?, lo puedes observar en su cuerpo (hay tensión muscular, en las piernas, los brazos, las manos, normalmente va con los puños cerrados y las mandíbulas apretadas, etc.).
  • Insomnio. Le cuesta conciliar el sueño o se levanta muy cansado por la mañana.

Los niños y jóvenes pueden ser más o menos ansiosos también debido a lo que los padres, e incluso sus profesores, se lo transmiten. Por ejemplo, si hablamos de una familia donde los conflictos surgen a menudo, es más fácil encontrar niños ansiosos que si hablamos de una familia con un ambiente agradable y cariñoso, como comentaba en el post “¿Hay alegría en tu familia?.

La fórmula infalible

Sea como sea existe una fórmula que no falla para vencer la ansiedad, la fórmula de las 3 A.

  1. A de Atender. Estar atento para observar si hay algo que preocupa al niño o joven. Escucharlo atentamente. Preguntarle  sobre qué es lo que le inquieta, qué es lo peor que puede pasar. En definitiva,  dejar que se desahogue y explique todas sus preocupaciones. Que pueda comentar todas sus dudas y, sobre todo, estar disponibles para cuando necesite hablar de sus sentimientos. Como he dicho, para ello  es imprescindible estar atento/a.
  2. A de Actuar. A través de nuestro propio ejemplo, los niños y jóvenes aprenden a actuar y a afrontar  los problemas imitando los modos de actuación de los adultos cercanos a ellos, sus padres, otros familiares cercanos, profesores, etc. Por tanto, es importante mostrarles que cuando algo nos preocupa una buena solución es afrontar la situación. Pensar qué podemos hacer para solucionarlo, cómo podemos hacerlo, si está en su mano hacerlo o tiene que pedir ayuda. Pero todo ello dejando que sea el propio niños/a o joven el que lo vaya resolviendo, sin sobre proteger. Hay que dejar que sean autónomos, estar ahí sin ser demasiado directivos.
  3. A de Abrazar. Sí, abrazar, animar, sonreír, etc. Como te decía en mi post «El abrazo que todo lo cura”, no hay mayor ansiolítico que un abrazo, largo y prolongado. A todos nos va bien un buen abrazo cuando no nos sentimos bien, los niños y jóvenes aún lo agradecen mucho más. Un abrazo transmite seguridad, da fuerzas y ánimos. Sirve para reforzar al niño/a y joven, para que sienta que dispone de recursos personales para hacer frente a lo que necesite.
Es imprescindible hacer un seguimiento de cómo progresa la “situación” que genera ansiedad.  Estar ahí a cada paso para que se sientan apoyados y sostenidos por las personas que quieren.

Para terminar  diré que la ansiedad también es querer anticipar el futuro. Cuando quiero que algo pase ¡ya!, me pongo ansioso/a. En  los niños esto es muy habitual, puesto que la paciencia no es una de sus cualidades (en la mayoría de los casos). Es  importante enseñarles a vivir y disfrutar del aquí y del ahora. Para ello, vuelvo a recomendar el libro  “Tranquilos y atentos como una rana”, de Eline Snel, que nos muestra de una manera muy fácil y amena cómo estar atentos en el presente. A través del conjunto de visualizaciones que nos ofrece, toda la familia puede aprender a calmarse y respirar para estar centrados y poder afrontar cualquier situación conflictiva con seguridad y calma.

Y hablando de abrazos y de calma, aquí tienes este estupendo corto.

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