¡Socorro las notas!

Se acerca final de curso y llegan las notas finales. Aunque los jóvenes de secundaria y bachillerato ya saben más o menos cómo les ha ido el curso, llega la hora de la verdad. Porque nos guste o no, parece que todo se centra en los resultados de las notas.

Muchos padres se encuentran perdidos cuándo sus hijos empiezan a sacar malas notas, y ya ni te cuento cuándo hace tiempo que no logran remontar. La preocupación se acrecienta porque normalmente van acompañadas de actitudes que complican la armonía familiar. Me explican cosas como que sus hijos últimamente reaccionan de manera violenta cuándo intentan hablar con ellos o que se encierran como una ostra (actitud habitual en la adolescencia tal y como coménté en  el post “¿Tu hijo/a adolescente es ómo una ostra?) y no les cuentan nada, los ven tristes, huraños, etc.

“No sé qué hacer”, “lo he probado todo: dejarlo sin salir, dejarlo sin móvil, incentivarlo diciendo que si aprueban tendrán esto o lo otro, decirle que confío en él/ella,…todo es inútil”.

Si eres padre o madre de un/una adolescente ¿esto te suena familiar?

Personalmente, no creo que haya una receta única para todos, cada adolescente es único y especial (como el resto de personas).

Puedo decir que muchos padres  vienen planteándome los mismos temas (se podría pensar que todos los adolescentes son clones) y luego me encuentro con adolescentes únicos, con su propia manera de observar el mundo y de sentir.

5 apuntes para comprender

  1. Las notas son un parámetro limitante para enjuiciar.  Si todas las expectativas que pones en tus hijos se centran en las notas que obtienen, tienes muchos números para que nadie acabe contento. Las notas son un rasero de medir muy limitante y, en algunos casos, engañoso ya que el sistema educativo que tenemos actualmente no sirve para evaluar algunos talentos que son fundamentales en la vida y otros que no encajan en el rígido marco de contenidos que se imparten.
  2. Existen múltiples factores que hacen que no aprueben. ¿Eres capaz de responder con total seguridad al porqué de los suspensos de tu hijo/a?:
    • ¿crees que tiene todo los recursos necesarios para aprender? Hábitos de estudio, sentido de la responsabilidad y o compromiso, el entorno adecuado, etc.
    • ¿tiene la atención que necesita?
    • ¿recibe los estímulos necesarios para que las materias le interesen?
    • ¿está anímica y emocionalmente bien como para que esté predispuesto al aprendizaje?
    • ¿qué creencias tiene respecto a él/ella mismo/a? y estas le ayudan o le limitan.
    • Etc.
  3. Es fundamental conocer cuál es su talento. Por desgracia, en múltiples ocasiones, los adolescentes y jóvenes se ven abocados a aprender o estudiar cosas que no tienen nada que ver con ellos, con lo que los motiva, con aquello para lo que han nacido, lo que se les da bien, en definitiva, con su talento (todos tenemos algunos). Buscar aquello que les hace felices, dónde ellos pueden desarrollarse de forma fluida, esto es lo que garantiza el éxito en los estudios.
  4. Aún les falta camino para acabar de desarrollarse.  Aún se están desarrollando, esto quiere decir que hay muchas cosas que ellos aún están aprendiendo. Por ejemplo, saber qué les pasa,  poder identificarlo y explicarlo con claridad (en ocasiones ni siquiera los adultos lo sabemos hacer). En la adolescencia, cuándo no saben expresar lo que les pasa es bastante normal que acaben explotando con acciones “violentas”, gritar, en algunos casos levantar la mano e incluso hacer intentos de pegar o llegar pegar. Esto es efecto del enfado, la frustración de no ser comprendidos y de no tener los recursos para explicarse.
  5. Se sienten constantemente cuestionados, juzgados por los padres. Afrontar caras de desilusión, de decepción, de tus padres, incluso comentarios despectivos, es duro y nada agradable. Aunque parezca que les da igual se suele producir un desgarro interior, un dolor en el alma que suele empeorar las cosas. Aún es peor cuando, aún en los casos en que sacan buenas notas a veces se les cuestiona… “aquí has bajado”, no te descuides, no retrocedas ahora…”

Un minuto para reflexionar:

Si en casa tenéis problemas a causa de las notas que saca tu hijo/a adolescente, ¿no crees que  vale la pena tomarse un minuto (o más) para reflexionar?.

Pregúntate lo siguiente:

  • ¿Qué expectativas tienes respecto a tu hijo/a?: Tus expectativas ¿son las suyas?, ¿te has parado a pensar si se ajustan a sus deseos, a sus sueños, a su talento natural?
  • ¿Qué está fallando? ¿Es una cuestión de método o hábitos de estudio?, ¿quizás pasa muchas horas solo/a en casa y se siente desmotivado? ¿Necesita un refuerzo en alguna asignatura concreta? Su estado emocional (que incluso ellos pueden desconocer) ¿le impide concentrarse?. Cómo veis las posibilidades son múltiples y a veces con más de un factor actuando.
  • ¿Cómo se sienten? Lo habitual cuando aparecen con las notas suspendidas, es que reciban unas cuantas recriminaciones o preguntas acompañadas de tono decepcionado tipo: “¿qué ha pasado?”, “¿qué te parece?” “¿te parece bien?” “no te has esforzado lo suficiente”, “ya te dije yo que esto no podía ser”, “no pones toda la carne en el asador”,” sigue así y ya verás cómo acabas”, “esto no puede ser”, etc. etc.
  • Qué tal preguntar ¿cómo te sientes?, puede que no sepan contestar, incluso en un primer momento (como mecanismo impulsivo o de defensa) levanten los hombros como diciendo “yo que sé, y a mi qué…”pero si seguimos preguntando y acompañandolos para averiguar qué sienten puede que descubras, que tu hijo/a tiene la creencia de que no sirve, de que no puede, o que está triste o con miedo o decepcionado/a (sobre todo con él mismo/a), frustrado/a, etc. Lo importante es abrir la puerta a poder expresar con calma qué les hace sentir el hecho de haber suspendido.

Un pensamiento final

¿Cómo te sentirías si te pasaras horas aprendiendo cosas que te parecen inútiles y encima oyeras en los medios de comunicación que lo que se enseña ahora está desfasado, que no sirve para la vida real que no …? Y   que no hay trabajo para la juventud y hay que irse al extranjero, etc.

No voy a entrar a opinar en este post sobre si el sistema educativo vigente,  en general, es el adecuado para las necesidades de los adolescentes y jóvenes actuales o no. Me centro en cómo se sienten estos jóvenes y adolescentes a los que parece que el mundo les cierra las puertas y que en su presente solo viven conflicto, recriminación, castigo, incluso encierro…

4 ideas que pueden ayudar

  1. Recuperar la comunicación (si está perdida), es difícil pero no imposible. Hace falta paciencia y amor.
  2. Hacer saber, no solo con palabras, que a pesar de todas las discusiones estás ahí como madre y como padre.
  3. Escúchale sin enjuiciar, sin interrumpir
  4. Acéptale tal como es  y muéstrale confianza, a veces creemos que lo hacemos pero nuestros actos no lo corroboran.

Y no olvides que tú también fuiste adolescente…¿cuántas veces te sentiste profundamente incomprendido, enjuiciado por tus padres?.¡Y qué mejor para recordar el final de curso en el Instituto que Grease!

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